Pedro Páramo o el libro como rizoma1

Pedro Páramo or the book as rhizome

Edinson Aladino2
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, México
E-mail: edialad@hotmail.com


Resumen

El siguiente artículo analiza la estructura narrativa de la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo, a partir del enfoque filosófico de Gilles Deleuze y Félix Guattari sobre el concepto de rizoma. El libro-rizoma es heterogéneo, se conecta a partir de un punto con otro, presenta un ensamblaje de tallos sin ninguna linealidad o uniformidad. La novela de Rulfo se inscribe en este plano rizomático, avanza bajo una multiplicidad, sin un sentido unidireccional, sino como un conjunto de ramificaciones, de líneas que se interconectan ampliando sus dimensiones, sus espacios de significación.

Palabras clave: Rulfo, Pedro Páramo, Deleuze, Guattari, libro-rizoma.


Abstract

The next article analizes the narrative structure of the novel Pedro Páramo by Juan Rulfo, from Gilles Deleuze's and Felix Guattari's philosophical view on the concept of rizoma. Rhizome-book is heterogeneous, it connects from one point to the next, it shows an assemblage of stems without any linearity or uniformity. Rulfo's novel inscribes in this rhizomatic plane, goes further under a multiplicity without an unidirectional direction, but as a set of divisions, in a system of flux, of lines that interconnect with each other widening their dimensions, their signification.

Keywords: Rulfo Pedro Páramo Deleuze, Guattari, rhizome-book.


¿Cómo me dijo fulano que se llamaba esta yerba?
"La capitana, señor. Una plaga que nomás espera
que se vaya la gente para invadir las casas. Así las verá usted".
Juan Rulfo, Pedro Páramo.

No se tiene un sistema, tan sólo líneas y movimientos. Schumann.
Gilles Deleuze y Félix Guattari, Del ritornelo.

El presente ensayo tiene como finalidad observar la estructura narrativa del libro Pedro Páramo de Juan Rulfo (1974), a través de los postulados teóricos de Gilles Deleuze y Félix Guattari acerca del concepto de "rizoma". En un primer momento, explicaremos dicho concepto para contar con un esclarecimiento al respecto y sentar las bases de nuestra metodología analítica; en una segunda instancia, nos adentraremos en la narrativa del escritor mexicano para interpretarla a la luz de este enfoque crítico.

Introducción a rizoma

En el libro Mil mesetas, capitalismo y esquizofrenia, la dupla conformada por Deleuze y Guattari (2008) introducen el concepto de rizoma. Este concepto lo toman de la botánica y lo incorporan a su programa filosófico. El rizoma se constituye como aquellos brotes de plantas que se extienden y bifurcan en distintas direcciones, cambiando de posición a cada instante, ocupando terrenos favorables para tomar lo vital: buscar el sol o ir tras fuentes de agua. Esto en contraposición a la idea de árbol, que se enraíza profundamente en la tierra y se configura como un punto estático que crece tan sólo hacia arriba, sin abarcar ningún otro espacio a su alrededor:

Un rizoma como un tallo subterráneo se distingue radicalmente de las raíces y de las raicillas. Los bulbos, los tubérculos, son rizomas. Pero hay plantas con raíz y raicilla que desde otros puntos de vista también pueden ser consideradas rizomorfas. Cabría, pues, preguntarse si la botánica, en su especificidad, no es enteramente rizomorfa. Hasta los animales lo son cuando van en manada, las ratas son rizomas. Las madrigueras lo son en todas sus funciones de hábitat, de provisión, de desplazamiento, de guarida y de ruptura. En sí mismo, el rizoma tiene formas muy diversas, desde su extensión superficial ramificada en todos los sentidos hasta sus concreciones en bulbos y tubérculos: cuando las ratas corren unas por encima de otras. En un rizoma hay lo mejor y lo peor: la patata y la grama, la mala hierba. (Deleuze, Guattari (2008), pp. 12-13).

Desde esta perspectiva el árbol se establece como una "línea molar", que representa lo ordenado, lo homogéneo, lo estático. El rizoma, en cambio, es una "línea molecular" o "línea de fuga", en la que se ejemplifica el movimiento constante, lo heterogéneo, lo fluido, lo múltiple. Las formas arborescentes son troncales, tienen un sentido unidireccional, un principio de homogeneización, comportan una sola estructura. Lo rizomático, por el contrario, es un conjunto de ramificaciones, es un campo donde se reúnen varios elementos, es una multiplicidad con diversas entradas y salidas: "En un rizoma no hay puntos o posiciones, como ocurre en una estructura, un árbol, una raíz. En un rizoma sólo hay líneas" (p. 14).

El principio del rizoma, según Deleuze y Guattari, está sujeto a líneas de segmentaridad y de fuga que siempre apuntan a direcciones nuevas, que pueden ser rotas, interrumpidas en cualquier parte, en cualquier momento, y vuelven a resurgir con nuevas alianzas. Es similar a las hormigas que "forman un rizoma animal que aunque se destruya en su mayor parte, no cesa de reconstruirse" (p. 15). En el rizoma se puede producir una ruptura, pero casi siempre está el hecho de que haya una reaparición de las "líneas de fuga", de las ramificaciones que se encuentran nuevamente. Asimismo, en lo rizomático anida un agenciamiento, que viene a ser la ampliación de sus dimensiones en una multiplicidad que cambia necesariamente de naturaleza a medida que aumenta sus conexiones. El árbol no aumenta sus conexiones ni direcciones, pues sólo ocupa una posición, un punto fijo, inmóvil. El rizoma, por su parte, avanza con múltiples brotes, se conecta a partir de cualquier punto con otro, está hecho de direcciones cambiantes:

El rizoma procede por variación, expansión, conquista, captura, inyección (...) El rizoma está relacionado con un mapa que debe ser producido, construido, siempre desmontable, conectable, alterable, modificable, con múltiples entradas y salidas, con sus líneas de fuga (...) Contrariamente a los sistemas centrados (incluso policentrados), de comunicación jerárquica y de uniones preestablecidas, el rizoma es un sistema acentrado, no jerárquico. (p. 26)

El libro-árbol vs el libro-rizoma

A partir de estas premisas, se consolidan dos puntos de vista en torno a la concepción del libro: el libro-árbol y el libro-rizoma. El primero actúa bajo una linealidad de la palabra, bajo una unidad de totalización resuelta, en la que el texto se edifica de manera unidireccional, con una sola voz enunciativa que organiza los hechos, la historia y la ficción en un orden narrativo homogéneo: "Es el libro clásico como bella interioridad orgánica, significante y subjetiva (los estratos del libro)" (p. 11). En el libro-árbol se fabrica "un buen Dios para movimientos geológicos" (p. 10), ese "buen Dios" estructura la narración en una uniformidad establecida, en la cual los capítulos comparten una sucesión rectilínea con un principio y un fin ininterrumpidos. El libro-árbol fija un punto, un orden, una prescripción determinada; se estructura a través de una noción de unidad, de conjunto, con eslabones de sentido que se corresponden de manera biunívoca.

El libro-rizoma actúa de forma totalmente opuesta. Aquí nos encontramos con "líneas de articulación o de segmentaridad, estratos, territorialidades; pero también líneas de fuga, movimientos de desterritorialización y desestratificación" (pp. 9-10). El libro-rizoma es una multiplicidad, no tiene puntos fijos o posiciones sólidas, sino líneas, raíces múltiples. Su construcción de significado surge de segmentos, de entrecruzamientos polifónicos, de conexiones desordenadas. A diferencia del libro-árbol, el libro-rizoma no se caracteriza por tener una estructura o un eje unidireccional como un territorio cómodo, estratificado, sino por un sistema de ramificaciones diversas, de flujos que se interconectan de manera heterogénea, ocupando espacios, dimensiones intrincadas:

El libro ideal sería, pues, aquel que lo distribuye todo en ese plan de exterioridad, en una sola página, en una misma playa: acontecimientos vividos, determinaciones históricas, conceptos pensados, individuos, grupos y formaciones sociales. Kleist inventa una escritura de este tipo, un encadenamiento interrumpido de afectos, con velocidades variables, precipitaciones y transformaciones (...) También sus libros se oponen, desde todos los puntos de vista, al libro clásico y romántico, constituido por la interioridad de una sustancia o de un sujeto. (pp. 14-15)

El libro-rizoma entonces se configura como un anillo abierto. Es un agenciamiento que amplía el territorio de sus dimensiones narrativas a medida que aumenta sus conexiones. Deleuze y Guattari ejemplifican este aspecto con la noción de "meseta", que contraponen al libro-árbol que se singulariza por tener una uniformidad compuesta de capítulos, con sus puntos lineales de principio a fin: "¿Qué ocurre, por el contrario, cuando un libro está compuesto de mesetas que comunican unas con otras a través de microfisuras, como ocurre en el cerebro?" (p. 26). Ellos llaman "meseta" a toda multiplicidad conectable con otras, por medio de segmentos o tallos subterráneos, a fin de formar y extender un rizoma. La misma escritura del libro Mil mesetas es rizomórfica, está escrito a dúo (Deleuze-Guattari) y se compone de pasajes independientes los unos de los otros pero que guardan una correlación entre sí:

Nosotros hemos escrito este libro como un rizoma. Lo hemos compuesto de mesetas. Si le hemos dado una forma circular, sólo era en broma. Al levantarnos cada mañana, cada uno de nosotros se preguntaba qué mesetas iba a escoger, y escribía cinco líneas aquí, diez líneas más allá... Hemos tenido experiencias alucinatorias, hemos visto líneas, como columnas de hormigas, abandonar una meseta para dirigirse a otra. Hemos trazado círculos de convergencia. Cada meseta puede leerse por cualquier sitio y ponerse en relación con cualquier otra. (2008, p. 26)

Pedro Páramo como libro-rizoma

La estructura narrativa de Pedro Páramo es un rizoma, tiene múltiples entradas y salidas, de las que apenas se conocen sus leyes de uso y distribución (Rodríguez Monegal, 1966 p. 174). El texto es una madriguera, intrincada y compleja, que comporta varios puntos de desplazamiento temporal y quiebres narrativos. Al leer vemos cómo unos puntos se conectan con otros, cómo unas entradas y salidas se relacionan con otras. Hay que pasar varias galerías y encrucijadas para apreciar el mapa de articulación de toda esa segmentaridad.

Aquí tomaremos una entrada modesta. No nos referiremos ni al espacio ni al tiempo de la técnica narrativa, ni mucho menos al orden cronológico en el que se suceden los hechos de los personajes3. Nos remitiremos a la interrelación de las historias y a los fragmentos que las componen, en una línea de multiplicidad que las suspende y las retoma, creando un circuito lleno de brotes, de tallos subterráneos que se relacionan entre sí, de ramificaciones que se entrecruzan y se conectan, que diversamente van formando un rizoma.

En Pedro Páramo la unidad narrativa es sustituida por una segmentaridad de fondo, en la cual la forma del contenido y la forma de la expresión producen una conexión relativamente independiente (Varela Jácome, 1980, p. 383). La obra está constituida por fragmentos y expresiones de voces en diferentes grados, así como por sucesos que entran en ella, salen de ella y pasan por todos los estados. Los fantasmas-personajes son "líneas de fuga", aparecen y desaparecen, cobran vida y vuelven a desaparecer, están desterritorializados, no pertenecen a la tierra, a Comala, y sin embargo la pueblan. En ese sentido el tiempo y el espacio están rotos y no podemos ubicarlos en ningún momento; sólo hay traslados de voces, enunciados que se encienden y se apagan con el rumor de la lluvia. Puros muertos que despiertan y comienzan a hablar. La misma Damiana Cisneros, una mujer hecha espectro, en un pasaje de la novela se lo aclara a Juan Preciado:

Este pueblo está lleno de ecos. Tal parece que estuvieran encerradas en el hueco de las paredes o debajo de las piedras. Cuando caminas, sientes que te van pisando los pasos. Oyes crujidos. Risas. Unas risas ya muy viejas, como cansadas de reír. Y voces ya desgastadas por el uso. Todo eso oyes. Pienso que llegará el día en que estos sonidos se apaguen. (Rulfo, 1974, pp. 63-64).

En unas páginas más adelante, Juan Preciado confiesa que lo mania-
taron esos ecos, esas mismas voces:

Sí, Dorotea. Me mataron los murmullos. Aunque ya traía retrasado el miedo. Se me había venido juntando, hasta que ya no pude soportarlo (...) De las paredes parecían destilar los murmullos como si se filtraran de entre las grietas y las descarapeladuras. Yo las oía. Eran voces de gente; pero no voces claras, sino secretas, como si me murmuraran algo al pasar, o como si zumbaran contra mis oídos. Me aparté de las paredes y seguí por mitad de la calle; pero las oía igual, igual que si vinieran conmigo, delante o detrás de mí (...) Entonces se me heló el alma. Por eso es que ustedes me encontraron muerto. (pp. 86-89)

¿Acaso al abrir nosotros mismos el libro y leerlo no sentimos lo mismo que Juan Preciado? ¿No sentimos un torrente de voces, de murmullos, de ecos que nos sobresaltan con sus cascadas de efusión, que nos salen al paso a cada página y se escabullen cuando avanzamos hacia otra? Todos esos "Ruidos. Voces. Rumores. Canciones lejanas" (p. 68), esos "ecos de sombra" (p. 69), se configuran como una multiplicidad. Los diversos monólogos, diálogos, anécdotas, recuerdos, acontecimientos vividos y evocados, determinaciones históricas, individuos, grupos y formaciones sociales, vienen a desempeñar un papel de entrecruzamiento polifónico, de interconexión heterogénea.

Los brotes del rizoma

Lo rizomórfico reside precisamente en ese aspecto. En la multiplicidad que deviene en fragmentos, en los ecos de las voces que van fluyendo de manera continua y discontinua. La complejidad de planos narrativos, más la interrelación de historias y el desorden cronológico de la novela, corresponden a una necesidad de mostrar un universo que se ve reflejado por esa misma fragmentariedad (Boixo, 1983, p. 226). El primer brote del rizoma -la entrada a la madriguera- es la apertura de Juan Preciado. él narra su propia historia, empieza contándonos el motivo del recorrido que va a hacer, por qué lo hace (buscar a "un tal Pedro Páramo") y hacia dónde va (Comala). Su historia se interrumpe, no hay un principio de linealidad de su periplo por dicho territorio. La narración de su propia aventura se corta en un momento dado, ya sea por la información que dan los respectivos interlocutores, en donde él adopta una postura de testigo pasivo (Martínez, 1973-1974, p. 555), o por la introducción de otras historias con diferente narrador, como es el caso de los fragmentos 6, 7 y 9, en el que vemos un tipo de narrador diferente, en tercera persona, que recrea la infancia de Pedro Páramo y en el que se entrelazan monólogos del mismo Pedro evocando a Susana (Rulfo, pp. 19-23).

Los fragmentos 1 y 2 son los primeros brotes del rizoma. Son la introducción de la novela. A partir de ellos, van surgiendo diferentes brotes de segmentos, con informaciones de temas particulares, que van reapareciendo de manera interrumpida:

Los fragmentos 43, 53, 56, 65 y 66 no narran la historia de Juan Preciado, sino que éste hace de testigo con Dorotea y escuchan las voces de los personajes que hablan desde las tumbas. En el fragmento 43 se realiza una síntesis de la historia de Susana y su relación con Pedro Páramo. Aspecto que abarca prácticamente los siguientes segmentos de la novela y su ampliación hasta el final. Cabe decir que realizar este cuadro de fragmentos es como cortar los tallos del rizoma y exhibirlos en una vitrina; sin embargo, es una forma de poder observar las diferentes ramificaciones que subyacen en la novela. Por una parte tenemos la historia de Juan Preciado en el momento en que llega a Comala; pero su relato no se narra como un todo continuo sino que se encuentra seccionado en trozos discontinuos. Esta discontinuidad la componen una serie variable de segmentos que se van interconectando, que van estableciendo nexos, entradas y salidas que se relacionan a partir de un
punto con cualquier otro. Brotes del mismo rizoma que se entrecruzan.

Es sabido que no nos encontramos ante una novela tradicional. Su constitución es fragmentaria. Los diferentes trozos separados por espacios en blanco marcan la interrupción de los fragmentos, pero estos vuelven a reaparecer con sus temas particulares, surgiendo de nuevo en la narración como si fueran una columna de hormigas a las cuales se les destruye el paso y vuelven a conectarse para reconstruir el camino. La historia de Juan Preciado se interrumpe en el fragmento 5, para luego ser retomada en el fragmento 9 y después en el 11, y así sucesivamente. Lo mismo ocurre con el tema de Pedro Páramo, que se introduce en los fragmentos 1 y 2, y se retoma en los fragmentos 6, 7 y 9, en donde vemos el mundo de su infancia, lleno de resonancias de amor por Susana. Dichas historias se van entretejiendo en un contrapunteo que se va alternando, aparecen como líneas de segmentación que se articulan y comunican como tallos subterráneos, que extienden y desplazan sus ramificaciones.

En la novela de Rulfo se van entrecruzando historias, de tal forma que podríamos hacer una lectura de cada una de ellas: la historia de Juan Preciado, de Dolores, de Miguel Páramo, de Dorotea, de Susana, de Pedro Páramo, entre otras. Cada una de estas historias, a pesar de que están separadas, aisladas temporalmente entre sí, se interrelacionan, tienen un principio de articulación que amplía y aumenta las dimensiones de la narración. Cada una de estas historias se configura como una "línea de segmentaridad", de movimiento, de convergencia. Avanzan como brotes rizomáticos, dando la impresión de contar con una independencia debido a su estratégica fragmentariedad (divididos en partes mediante espacios en blanco) y terminan estableciendo una comunicación, unos puntos conectables bajo una red de confluencia y multiplicidad.

Consideraciones finales

Pedro Páramo es un libro-rizoma porque su estructura narrativa se erige bajo líneas de articulación, de segmentaridad (diferentes historias, diferentes narradores, personajes con monólogos que se entrecruzan con sus relatos). No hay posiciones sólidas, todas las fracciones del libro actúan como raíces múltiples. La construcción de la narración surge de segmentos, de entrelazamientos que se alternan. Aquí no hay una estructura cómoda, un eje unidireccional, sino un sistema de ramificaciones diversas: brotes de tallos rizomáticos. Flujos que se interconectan de manera heterogénea y que van ocupando el espacio de la estructura narrativa como el rizoma animal de las hormigas: el libro-rizoma como una columna de hormigas a las que le interrumpen el paso (debido a la separación de los fragmentos), pero que vuelven a reconstruir el camino en el encuentro de nuevas ramificaciones.

La estructura narrativa de Pedro Páramo actúa bajo el principio del libro-rizoma y no del libro-árbol. En la obra de Rulfo no encontramos una linealidad de la palabra, una edificación unidireccional, una sola voz enunciativa que organice los hechos, la historia y la ficción en un orden narrativo homogéneo. No asistimos a una uniformidad preestablecida. No hay una sucesión rectilínea con un principio y un fin ininterrumpidos. No nos encontramos con un libro troncal, con un libro arborescente, determinado por unas reglas de conjunto unívoco. No vemos sólo una impresión del mundo de Comala, no vemos sólo una mirada continua, sino una multiplicidad de voces, de murmullos, de configuraciones que enriquecen la narración y no obedecen a una linealidad uniforme. Nos encontramos, en cambio, con un texto en el que se trasponen diferentes ramificaciones (múltiples historias y planos narrativos), que se suspenden, se interrumpen, tienen un proceso de ruptura y nuevamente encuentran y reanudan su paso.

Asistimos al encuentro de un libro-rizoma que amplía sus dimensiones de multiplicidad, que aumenta sus conexiones a medida que avanzamos en su lectura. Es un libro-rizoma que florece con múltiples brotes, que se conectan a partir de un punto con cualquier otro; que está hecho de direcciones que cambian, de historias que se bifurcan, en donde coexiste la variación, la ruptura y la expansión. La novela de Rulfo se configura, entonces, como una multiplicidad llena de fragmentos conectables: Juan Preciado, Dorotea, Dolores, Susana, Pedro Páramo, entre otros. Sus voces, sus murmullos, sus historias. Todo ello se trasluce en líneas de fragmentación y articulación. Tallos del mismo rizoma.

Citas de pie de página

1 Este texto que hace parte de los proyectos de investigación del posgrado en Literatura Mexicana, concernientes al área de Novela Mexicana del Siglo XX, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México.

2 Licenciado en Literatura de la Universidad del Valle, Cali, Colombia. Actualmente reside en México y cursa la Maestría en Literatura Mexicana, posgrado de excelencia académica/CONACYT, en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

3 El tiempo de la narración, la discontinuidad y continuidad cronológica, el tiempo de la ficción, el tiempo circular, el significado de la historia y la reconstrucción de los hechos narrativos, son asuntos que ya han sido desmenuzados y tratados en la obra de Rulfo por José Ortega, 1976, Gonzales Boixo (1983), Edelweis Serra (1979) y Varela Jácome (1980). Véase bibliografía.


Bibliografía

Boixo Gonzales, J. (1983). Claves narrativas de Juan Rulfo. Universidad de Nuevo León: Secretariado de publicaciones.

Deleuze, G. & Guattari, F. (2008). Mil mesetas, capitalismo y esquizofrenia. Trad. de José Vázquez Pérez y Umbelina Larraceleta. Valencia: Pre-textos.

Martínez, P. (1973-74). "Técnica del "testigo-oyente" en los monólogos de Juan Rulfo". Anales de Literatura Hispanoamericana 2: pp. 555-568.

Ortega, J. (1976). "Estructura temporal y temporalidad en Pedro Páramo de Juan Rulfo". Letras Hispanoamericanas de nuestro tiempo. Madrid: Porrúa Turanzas, pp. 9-24.

Rodríguez Monegal, E. (1976). "Relectura de Pedro Páramo". Narradores de esta América. Buenos Aires: Edición Alfa, 174-191.

Rulfo, J. (1974). Pedro Páramo. Barcelona: Editorial Bruguera, 1981.

Serra, E. (1979). "Estructura y significado en Pedro Páramo de Juan Rulfo". El mensaje literario, estudios estilísticos y semiológicos. Universidad Nacional del Rosario: Secretariado de publicaciones, pp. 97-118.

Varela Jácome, B. (1980). "Estructuras profundas en Pedro Páramo". Cuadernos para investigación de la Literatura Hispánica 2-3: pp. 383-407.


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