Propuestas para un programa comparatista colombiano

Proposal for a Colombian comparatist program

Daniel-Henri Pageaux1
Universidad Sorbonne Nouvelle
Universidad Rennes
E-mail: daniel-henri.pageaux@orange.fr

Recibido: 6 de septiembre de 2017
Aprobado: 13 de septiembre de 2017

Resumen

Para ejemplificar lo que llamo "propuestas", iré citando, a lo largo de esta breve ponencia, textos e ilustres nombres que han de guiar e iluminar nuestra reflexión. De entrada, no pretendo cualquier tipo de originalidad, sino ir ensamblando unas pocas intuiciones que revelen la existencia de perspectivas comparatistas como otras tantas bases para un programa de tal índole. Estos programas o sugerencias se justifican igualmente como una ocasión de relecturas de la literatura colombiana, multiplicando los enfoques desde la perspectiva comparatista para una nueva valoración, pero, también, para crear nuevas continuidades entre las letras colombianas y otras literaturas hispanoamericanas. Esta estrategia supone llevar a cabo estudios que ponen de relieve ciertas diferencias o, mejor dicho, "lo diferencial" como base de lo que llamamos espontáneamente comparación.

Palabras clave: literatura comparada; literatura hispanoamericana; literatura colombiana; enfoque comparatista; cultura; comparatismo.


Abstract

As examples of what I call "proposals", I will quote, throughout this brief paper, texts and illustrious names that will guide and enlighten our debate. To start out, I am not trying to be original, but rather to assemble a few insights that reveal the existence of comparatist perspectives as so many other bases for a comparatist program. These programs or suggestions are equally justified as an opportunity to re-read Colombian literature, broadening the angles from a comparatist perspective as a new way of appreciating this literature, and also to create new continuities between Colombian and other Hispano-American literatures. This strategy requires studies to highlight differences, or rather, to identify those distinctive aspects as the basis for what we spontaneously call comparison.

Key words: comparative literature; Hispano-American literature; comparatist approach; culture; comparatism.


A pesar del poco tiempo otorgado para esta ponencia, cuyo título anuncia unas perspectivas amplias y ambiciosas, demasiadas, tal vez, quiero empezar expresando mi agradecimiento por la invitación que me dirigieron los organizadores de este encuentro que representa, no vacilo en decirlo, una iniciativa fundacional. Merced a esta, Colombia encamina sus pasos hacia el descubrimiento de una asignatura que, para sus universitarios e investigadores, ha de ser una imprescindible aportación y dinamización de los estudios literarios. No diría, aludiendo al famoso título de un estudio que formó época, el de Edmundo O'Gorman, La invención de América, que se trata de un "descubrimiento", sino, más bien, de otra invención. Quiero decir: existe la literatura comparada y solo falta que los colombianos, o mejor dicho, un puñado de valiosos investigadores o aventureros del espíritu, se arriesguen para ir al encuentro de una materia tan evidente como necesaria.

Para ejemplificar lo que llamo "propuestas", iré citando textos e ilustres nombres que han de guiar e iluminar nuestra reflexión. De entrada, no pretendo originalidad alguna, sino ir ensamblando unas pocas intuiciones que revelan la existencia de perspectivas comparatistas como bases para un programa comparatista.

Será la primera cita una respuesta de García Márquez a su amigo Plinio Apuleyo Mendoza, tomada de aquel sabroso libro El olor de la guayaba. Conversaciones con Plinio Apuleyo Mendoza:

En la región donde nací hay formas culturales de raíces africanas muy distintas a las zonas del altiplano donde se manifiestan culturas indígenas. En el Caribe, al que pertenezco, se mezcló la imaginación desbordada de los esclavos negros africanos con la de los nativos precolombinos y luego con la fantasía de los andaluces y el culto de los gallegos por lo sobrenatural (42)

Me atrevo a sustentar que con estas pocas palabras tenemos buena parte de lo que pretendo presentar como programa comparatista. No se me escapa que Colombia no es tan solo el Caribe; por eso alude el insigne novelista a otra zona, al hablar de "altiplano". Pero lo más importante y esclarecedor para nosotros es que esta propuesta nos invita a centrarnos primero (e insisto con un fuerte subrayado mío en esa palabra) en el espacio colombiano como espacio comparatista genuino, porque ostenta, en su realidad tanto geográfica como cultural, orientaciones comparatistas, quiero decir, dimensiones oriundas de diversos espacios ajenos al espacio colombiano y que, a pesar de todo, forman parte de lo que suele llamarse Colombia. Valiéndonos de los ejemplos aducidos por García Márquez (lo andaluz, lo gallego), insistamos, pues, en una peculiaridad del comparatismo hispanoamericano y, por supuesto, colombiano: un estudio comparatista dedicado a Colombia que contempla una realidad española es plenamente comparatista si pensamos en lo que declaraba Ernesto Sábato, cuando aludía a un mismo idioma que nos separa, Hispanoamérica y España.

Con lo anterior, se hacen evidentes los puntos de inicio de una literatura comparada adaptada a Colombia, porque el estudio se fundamenta en lo existente, en lo que forma la originalidad, hasta cierto punto, del espacio político y cultural colombiano. Y vuelvo a repetir, sencilla y rotundamente, a modo de introducción, o mejor dicho, de marco metodológico previo a cualquier intento de investigación: la literatura comparada no significa "comparación". Más bien, se presenta como el estudio posible de las relaciones, conexiones e interrelaciones entre textos, literaturas, escritores o escuelas literarias, movimientos, elementos literarios o estéticos como géneros, temas, mitos, entre otros.

Nos depara, entonces, tradicionalmente, la literatura comparada, la posibilidad de estudiar de manera pormenorizada y sintética, a la vez, datos o textos, elementos que constituyen parte o estructura de textos y aportaciones originales de que se nutren los textos (intertextualidad), constantemente o a través de fenómenos recurrentes que plantean el problema de la producción o de la recepción de textos (interculturalidad). Holgado es decir que el estudio literario de aquellas relaciones va desarrollándose dentro del imprescindible trasfondo cultural o histórico, ya que cualquier elemento literario que surge como base de la investigación comparatista ha de ser estudiado como fenómeno literario estético, pero también, como proceso cultural o, mejor dicho, intercultural. La literatura comparada, por tanto, está fundamentada en estudios de carácter, de índole "contactual", si vale la palabra.

Añadamos, y tal vez sea lo más importante que hemos de sacar de nuestro encuentro como balance intelectual: el enfoque comparatista supone como base de reflexión un espacio literario y cultural abierto, un espacio de diálogo que a veces ha podido cerrarse, o alejarse de esa realidad que también es la meta de la investigación comparatista: la abertura a lo ajeno, a la otredad. Y por eso, a modo de refutación preliminar, afirmemos que la literatura comparada colombiana, como cualquier otra, ha de reflexionar también sobre estos momentos o aspectos de cerrazón cultural e intelectual que siempre está al acecho, tanto en relaciones efectivas como en las ausencias de relaciones que representan no solo amenazas, sino, también, a lo largo del proceso histórico, una realidad que tiene que ser conocida, integrada y explicada; para después, atrévome a decir, ser expulsada. Y con esto queda definida la insustituible utilidad de la literatura comparada como vía de acceso a la comprensión del espacio que llamamos nacional o nativo.

Así las cosas, el estudioso comparatista relaciona dos o más series de textos o de datos literarios y al dibujar o trazar una "relación", va creando, inventando nuevos textos, nuevas lecturas de textos, nuevos problemas, replanteando por medio de la "relación" nuevas interpretaciones o afirmaciones. La puesta en relación es, pues, el acto legítimo del estudio comparatista y, suscitándola, el investigador justifica la asignatura como estudio de la dimensión "extranjera", la famosa dimensión de la "otredad", palabra del poeta Antonio Machado de que se vale otro poeta, Octavio Paz, como epígrafe de su famoso ensayo El laberinto de la soledad.

Ahora bien, la reflexión crítica y la lectura que detectan y ensamblan elementos dispersos, en la medida en que algunos remiten a realidades, a referencias, a modelos ajenos a un espacio definido, en ese caso colombiano, pretenden ser otros recorridos que encaminan hacia nuevas posibilidades de valoración de los textos contemplados, hacia nuevas hipótesis en torno a lo que se llama la creación literaria. Pero prefiero hablar de invención, pensando en Cervantes que se llamaba a sí mismo "raro inventor", lo que también hemos de ser, dicho sea de paso.

Por un lado, la lectura crítica que va desarrollando la literatura comparada, al desandar lo andado por la escritura, desde la recepción hasta el surgimiento de una escritura, emprende un trayecto que remonta hacia el proyecto de producción textual, quiero decir, los nexos, las conexiones, las estructuras, las reiteraciones o el ritmo fundador que expresan parte del proceso creador. Por otro lado, la literatura enfocada desde el ángulo comparatista ya no es una expresión estética singular, peculiar, sino, también, un fenómeno poético y, a la vez, sociocultural; un fenómeno de comunicación cultural y de expresión más o menos personal, a veces generacional, a veces regional, otras veces nacional y muy pocas veces internacional.

Por lo tanto, es otra manera de inventar diálogos más complejos entre la escritura, la lógica de la invención de: 1) la sociedad como institución cultural; 2) la literatura enfocada como sistema o polisistema de géneros, de motivos, de temas, y 3) la literatura enfocada como un espacio para el imaginario de una generación, de una época definida, de una escuela literaria, etc. Lo histórico-social, lo poético o estético y el imaginario acaban por constituir los tres niveles de una posible teoría de la literatura.

Y eso sería el segundo aspecto, la segunda dimensión del programa que voy trazando, orientado hacia una reflexión poética que va acercándonos a la teoría o a la literatura general, quiero decir, una reflexión que intenta intuir la materia propia del texto literario y, por lo tanto, no tan original o privativa de un espacio como el colombiano.

Entre tanto, planteo dos reparos en cuanto a la labor comparatista que vamos definiendo. Reparemos primero que cualquier tipo de diálogo cultural va afirmándose sobre la base más o menos evidente de una jerarquía cultural. Dicho de otro modo, la relación que estudiamos, nosotros los comparatistas, no puede ser sino una relación de poder. Esta aseveración no quiere favorecer ningún tipo de maniqueísmo o visión bélica del universo, sino hacernos recordar la imprescindible base de las relaciones literarias y culturales que hasta cierto punto no son autónomas, sino dependientes de las coyunturas históricas lato sensu. También, le toca al comparatista intuir la relación que existe entre lo literario y lo histórico o lo político.

Segundo reparo: existe por toda Hispanoamérica una literatura llamada latinoamericana o hispanoamericana, a pesar de la existencia palmaria de varios y distintos conjuntos nacionales. El comparatista puede intentar comprender cómo un escritor de aquel continente o subcontinente escribe en cuanto hombre de una nación definida y también como hombre de otra colectividad basada en la lengua española o los valores culturales comunes. Le toca, pues, al comparatista estudiar la validez y el significado para la literatura de conjuntos "realmente" supranacionales que se llaman subcontinente, continente "americano"; relaciones intra e intercontinentales (América versus Europa, por ejemplo). Estoy pensando en un valioso ensayo, El país de los cuatro pisos, del puertorriqueño José Luis González que presenta su pequeño país como un país de cuatro pisos. Me atrevería a asentar que somos todos, hasta cierto punto, puertorriqueños, si contemplamos los diversos niveles en que transcurre nuestra vida pero también en que se va formando una literatura; espacio nativo, espacio regional, espacio nacional y espacio internacional, intercontinental, tal vez mundialista, para así alcanzar los ideales de una Weltliteratur o de una World literature, sustitución lingüística sobre la que, por supuesto, hemos de reflexionar.

Esos diferentes niveles mencionados, transforman paulatinamente la índole y el alcance de los estudios de literatura comparada que estamos elaborando. Desde Colombia, desde formas que la literatura colombiana ha cobrado y difundido, giramos la mirada hacia otros espacios, otras formas o temas, otros imaginarios que, sin que haya o hubiera contactos y relaciones, sí que nos parece, merecen ser estudiados. Descubrimos, otra vez con muchas comillas, la necesidad de estudios más ampliamente comparatistas, basados en "comparaciones", es decir, en ensanchamientos que se enmarcan en un espacio continental o intracontinental (el conjunto hispanoamericano) o aun más extensos. La dimensión comparatista depende de lo que me atrevo a llamar –otro atrevimiento más– la mirada del comparatista, la mirada que modifica y altera la distancia entre literaturas y el gesto comparatista que reúne, aúna y relaciona.

Estas realidades, son los requisitos para crear e imponer "nuevos conjuntos comparables". El gesto surge cuando el comparatista ensambla dos series de textos o de datos, hasta cierto punto, semejantes, o con semejanzas notables, pero que existían separados o aislados. Es el gesto que "des-plaza" recreando nuevos caminos para la valoración de elementos que van cobrando nuevas dimensiones al ser unidos por nuevas relaciones. Entonces, podemos mentar la tercera y última cita que ilumina, legitimándola, la reflexión comparatista. Nos la propone Alejo Carpentier en una de sus últimas conferencias (Yale, 1979) recopilada en La nueva novela latinoamericana en vísperas de un nuevo siglo (México, 1981). Por hablar de cultura, refleja también fielmente el ideal de la literatura comparada:

Yo diría que la cultura es el acopio de conocimientos que permiten a un hombre establecer relaciones por encima del tiempo, del espacio, entre dos realidades semejantes o análogas, explicando una en función de sus similitudes con otra que puede haberse producido muchos siglos atrás (58)

La relación es fruto del saber, pero también de la iniciativa del comparatista que actúa de mediador entre épocas, culturas y textos.

Y ahora, pero solo ahora, nos toca ir rastreando las letras y la cultura colombianas. Iba a decir hurgando, y tal vez, husmeando los ejemplos –o mejor dicho, unas muestras de ejemplos que permiten esbozar un posible programa comparatista colombiano.

Ante todo quiero señalar tres tesis que he dirigido y que representan unas respuestas a dicho programa. De paso me parece muy poco tres tesis dedicadas a Colombia, si las comparo con las 177 que he dirigido y que han sido hasta hoy día defendidas. Eso significa que fueron pocas las oportunidades dadas a colombianos y a otros estudiantes de escoger un tema colombiano y comparatista a la vez.

La primera que me es sumamente grato mencionar y recordar, es la de Conchita Penilla Céspedes (defendida el 21 de enero de 1991), en torno al tema: "Contribution à l'étude de la culture noire dans la

littérature colombienne", después retomada y modificada bajo el título: "Les paroles du grand-père / Las palabras del abuelo. Contes afrocolombiens", Ediciones L'Harmattan, 2006. Es un excelente dechado de investigación a partir de un componente de la cultura "colombiana" o, como reza el título, afrocolombiana.

La segunda tesis, la de Alexandra Merveille, se intitula "La réception de la littérature française en Colombie. Espace national et dimension étrangère", defendida el 5 de febrero de 1993. Y no puedo sino hacer hincapié en el subtítulo que resume una de las estrategias más fecundas del comparatismo –lo que también es el caso de la tesis anterior– cuando privilegia el espacio, "un" espacio y dentro de este único campo de investigación, elegir una orientación extranjera (con comillas). Suelo hablar de "comparatismo interior".

La tercera tesis, la de Elsa Habib, hispanista libanesa, lleva como título "Le dialogue des cultures dans la Caraïbe de Gabriel García Márquez: Eléments indiens, européens, africains et arabes", defendida el 11 de marzo de 2016.

Mencionar estos trabajos da pie a reparos que aclaran otros aspectos del susodicho programa comparatista colombiano. Estos estudios de alta calidad han descartado cualquier tipo de "comparación", en el sentido más estrecho o, mejor dicho, mecánico de la palabra, es decir, no han formulado la pregunta, tan llevada como traída: ¿con qué, con quién voy a comparar a García Márquez? No digamos que es incomparable, pero la sustitución de la mera comparación por el cuestionamiento relacional transforma la investigación comparatista: se va creando dentro de (destacado mío) la obra de García Márquez o dentro de la cultura colombiana unas dimensiones extranjeras que, a su vez, implican una relectura de la obra o de la cultura como para comprobar la huella dejada por la interrogación comparatista, su aportación a una nueva valoración de una obra o de un campo cultural.

Consecuencia de suma trascendencia, al respecto: hay varios tipos de "lecturas" comparatistas, desde un solo texto o dos, o varios o muchos. Una investigación comparatista puede valerse de un solo campo de investigación, ejemplificando un tipo de comparatismo sumamente importante para Hispanoamérica: lo que he llamado un comparatismo "interior", ya que la frontera (para valerse de una palabra falsamente cómoda), la línea divisoria entre lo "nacional" y "lo extranjero" ha evolucionado al internarse en el propio campo llamado nacional, revelando la verdadera característica de este espacio: la hibridez, el dialogismo, el mestizaje cultural de los textos y las culturas de Hispanoamérica o Latinoamérica, si pensamos, por ejemplo, en Brasil. Segundo apunte muy importante, o coletilla, para el tema que nos ocupa ahora: no hay temas pobres o temas ingratos en literatura comparada, solo hay temas mal planteados.

Pasemos, en seguida, a una muestra de posibles contribuciones comparatistas "colombianas" que generan preguntas que me hago a mí mismo revelando mis ignorancias o la falta de una verdadera documentación. Empecemos con estudios imprescindibles para un mejor conocimiento de algunos componentes del "sistema" o "polisistema" literario colombiano:

  1. El sistemático rastreo de las traducciones o de la "literatura traducida" (abertura hacia lo extranjero), de las revistas y de las noticias oriundas del extranjero, de las antologías, de los grupos literarios y de sus orientaciones culturales. Me parece importante ubicar mejor en el contexto nacional/extranjero el grupo y la revista El Mosaico (1858-72), la Lira Nueva de José María Rivas Groot, influenciado por Victor Hugo y Bécquer; Julio Flórez que compuso una oda a la muerte de Hugo; la Revista La Gruta (1900-1904) con Rafael Espinosa Guzmán, o Carlos Arturo Torres que vivió en Inglaterra, autor de Estudios ingleses (1907) y Estudios de crítica moderna (1917); el papel desempeñado por el poeta Guillermo Valencia como traductor de Wilde, o la impronta de su estancia parisiense con la posible influencia de Mallarmé. Más cercano a nuestra época, la tertulia de Jorge Zalamea o las orientaciones anglosajonas del Grupo de Barranquilla al que perteneció el joven García Márquez.
  2. El análisis exhaustivo del papel de algunos intermediarios o mediadores, entre los que destaca el primer comparatista colombiano, Baldomero Sanín Cano, discípulo de Brandes e incansable divulgador de la literatura francesa y europea; y, de manera general, del conocimiento de la crítica como dimensión reflexiva que acompaña el movimiento de las ideas y formas con Rufino José Cuervo, Rafael Maya o Germán Arciniegas.
  3. El fomento, desde la perspectiva de una revisión de la historia de la cultura y literatura colombianas, de encuestas sistemáticas: a) sobre las orientaciones extranjeras del Romanticismo colombiano (Rafael Pombo y su periodo americano; Gregorio Gutiérrez González, entre neoclasicismo y romanticismo con los modelos de Espronceda y Zorrilla; Ismael Enrique Arciniegas, traductor de Hugo, Lamartine y Heredia); b) el desarrollo del costumbrismo colombiano en comparación con otras tradiciones americanas (Perú) o europeas (España), con Juan de Dios Restrepo, José Manuel Marroquín, Luis Carlos López y Tomás Carrasquilla en pleno siglo XX; c) la evolución de la novela histórica desde José Joaquín Ortiz y el modelo de Walter Scott, hasta Soledad Acosta de Samper o Daniel Samper Ortega, quien puede compararse con el argentino Enrique Larreta; d) la escritura ficcional de la historia con comparaciones posibles entre El general en su laberinto de García Márquez y Noticias del Imperio del mexicano Fernando del Paso; La novela de Perón del argentino Tomás Eloy Martínez, y, por qué no, La consagración de la Primavera de Carpentier (desde programas basados en la revisión de lo nacional, hemos pasado a otros que se benefician del ensanchamiento intracontinental); e) Lo mismo puede hacerse con la literatura "negrista", a partir de Manuel Zapata Olivella, comparado con el ecuatoriano Adalberto Ortiz.
  4. El estudio "comparatista" centrado en un solo nombre, en una sola obra: puede revisitarse la obra del "modernista" José Asunción Silva; el estudio sistemático de sus "lecturas" extranjeras: Hugo, Béranger, Gautier, Maurice de Guérin, Bécquer, Heine, Poe, Schiller, Tolstoi, no olvidando la comparación entre su texto De sobremesa y el diario de Marie Bashkirtseff.
  5. Una ojeada a mitos literarios con el enfoque de Arturo Cova, de la inmortal Vorágine, como variante del mito de don Juan que enamora a una amplia galería de mujeres, Alicia, Griselda, Clarita y Zoraida, pero también bastante vulnerable con respecto al sexo; el no menos legendario Maqroll como variante del aventurero; el personaje histórico que cobra dimensiones míticas, Camilo Torres en Compañeros de viaje de Luis Fayad; Años de Fuga de Plinio Apuleyo Mendoza o en la novela francesa Les guerilleros de Jean Larteguy.
  6. La definición, dentro de una perspectiva de literatura general, de una verdadera tradición de literatura femenina a partir de Soledad Acosta de Samper, ya mencionada; los cuentos de Elisa Mújica, La Cisterna de Rocío Vélez de Piedrahita y su discurso íntimo sobre el cuerpo; el feminismo de Helena Araújo o de Albalucía Ángel con Dos veces Alicia.
  7. El área dedicada a "Literatura y artes" puede proporcionar algunos ejemplos entre los que menciono, debido a mi curiosidad, la ópera con tema bíblico Ester, de José María Ponce de León, representada en Bogotá en 1874; también merece atención los intentos de "collages", conjunto texto, imagen y dibujos realizados en obras de Elkin Restrepo, Nicolás Suescún o Alberto Duque López.

Estos programas o sugerencias de temas comparatistas se justifican como otras tantas ocasiones de relectura de la literatura colombiana, multiplicando los enfoques desde la perspectiva comparatista para una nueva valoración pero también para crear nuevas continuidades entre las letras colombianas y otras literaturas hispanoamericanas. Esta estrategia supone llevar a cabo estudios que ponen de relieve unas diferencias o, mejor dicho, "lo diferencial" como base de lo que llamamos espontáneamente comparación.

La diferencia, y con esto termino, ha de ser la dinámica de la literatura comparada por la cual voy abogando. Sencillamente porque me parece que hemos de seguir este precepto enunciado ya en 1949 por el antropólogo Claude Lévi-Strauss en su ensayo Race et Histoire, cuando recuerda que "La civilisation mondiale ne saurait être autre chose que la coalition, à l'échelle mondiale, de toutes les cultures préservant chacune son originalité" (77).

De manera asombrosa esta propuesta dialoga con la del primer, o uno de los primeros comparatistas hispanoamericanos, Pedro Henríquez Ureña, que asentaba en 1921 como conclusión de un panorama de las literaturas del subcontinente americano: "El ideal de la civilización no es la unificación completa de todos los hombres y todos los países, sino la conservación de todas las diferencias dentro de una armonía." (380).

Citas de pie de página

1 Profesor de literatura comparada de la universidad Sorbonne-Nouvelle. Expresidente de la Sociedad Francesa de Literatura General y Comparada, especialista en literatura hispanoamericana y escritor.


Referencias

Apuleyo Mendoza, Plinio. El olor de la guayaba. Conversaciones con Plinio Apuleyo Mendoza. Epublibre. (s/f). Digital.

Carpentier, Alejo. La nueva novela latinoamericana en vísperas de un nuevo siglo. México, Siglo XXI editores, 1981. Impreso.

González, José Luis. El país de los cuatro pisos y otros ensayos. Puerto Rico, Ediciones Huracán, 1989. Impreso.

Henríquez Ureña, Pedro. Ensayos. Madrid: ALLCA XX, 1998. Impreso Lévi-Strauss, Claude. Race et Histoire. París, Unesco. 1961. Impreso.

O'Gorman, Edmundo. La invención de América. México, Fondo de Cultura Económica, 1995. Impreso.