Aytekin Karacoban
Entrevista con Pablo Neruda*
Aytekin Karacoban es poeta y traductor, nacido en Turquía en 1958. Karacoban trabajó en la Facultad de Educación de Dicle en Diyarbakir. Después de haber finalizado sus estudios en esta Universidad, en 1985, obtuvo el Diploma de Estudios Superiores en la Universidad de Rouen (Francia), para lo cual investigó sobre la poesía de la Resistencia francesa. Aytekin vive en Francia desde 1990.
Karacoban ha publicado desde 1978 poemas y artículos en numerosas revistas literarias de su país de origen. Ha traducido poemas, artículos y libros de poetas y escritores contemporáneos. Publica igualmente en revistas literarias en Francia.
Sus obras son Ben Gülün Kardeşiyim (Yo soy hermano de la rosa), Ankara, 1988; Pablo Neruda’yla Söyleşi (Entrevista con Pablo Neruda), Stockholm. 1995; Anlık Görüntüler (Imágenes instantáneas), Ankara, 1998; Kavuşma Tadında (En el gusto de los encuentros), Ankara, 2000; Yüksek Gerilim Hattı (Línea de alta tensión), Ankara, 2015.
Si no existieran
El tiburón no tendría fidelidad, ni amor por el agua
Ni tendría amadas que hicieran guardia
Delante de sus puertas.
Si buscáis pruebas
miradme un poco el rostro
Soy el único cuerpo del delito
Atizad un poco.
En sus pelotas anaranjadas está el agua
Que destilaron del sudor del Mediterráneo
Luego las azucararon.
La inmigración que los vientos violentos imponen
Espera siempre lista delante de su puerta
Ellas son separación y reencuentro
Y saben, mejor que nadie, hilar con su lana
El hilo que une al cielo y la tierra.
Ha de avisarles a los países
Que un día más termina de nuevo
Ordeña el descanso de sus agujeros
Sobre los lechos de las casas cansadas
Su sombra es desigual
Tapando las fealdades
Allí donde la suciedad
Se desparrama escondida
Allí donde los señores impregnados de intrigas
Beben en copas de oro
El jugo que sacan de la uva de la vida
Allí donde miran, borrachos, las vides a través de sus bolsillos
Allí donde sólo quedan para los demás
El residuo y algunas uvas verdes.
Dirán muchas cosas, don Pablo,
pero no hablarán de los ríos de Chile
que corren por las venas de tu poesía.
Una niña con la falda embebida de azul:
He aquí un ejemplo de la irresponsabilidad de los adultos.
Un estudiante que va a pasar sus exámenes :
¿Qué nota me pondrá ?
Una madre que tiene a su hijo en el ejército :
Son niños de hoy, hijo mío,
a quienes les gusta jugar a la guerra,
que sus alas caigan
y que no toquen a nuestros hijos.
Un hombre borracho perdido :
Estoy tan ebrio
Que los inmensos aviones no compiten conmigo,
Poco me importan
ellos y sus hijos.
Se mide con los encajes que las muchachas
ebrias de amor tejen para sus alcobas.
Con los besos blancos que el mar
lleva a las costas en sus olas.
Con las flores que un árbol ofrece a las abejas
antes de ofrecerse a las frutas.
Con la nostalgia que sube al corazón
de los que acechan el camino.
Bajo la pesada carga
La vida camina completamente desnuda
Descalza por las calles pedregosas
Cuando el país rodeado de amor se reduce
El deslizamiento de una mano hacia otra
De una lengua hacia otra
Es un faro para nuestros barcos
Hacemos de cada ramo de luz una pluma
Para escribir humedeciéndola en la tinta del mar.
Aprendimos a no ser estrujados
Nadie puede quitarnos el jugo de nuestra belleza
Que destilamos con paciencia y resistencia
Tú lo llamas egoísmo
Nosotros protección de nuestro sudor.
Amistosamente.
Si no lo hicieran
Unas estallarían de demasiado sabor
Y las demás, desabridas.
Se cansa de aletear
Y sólo se enferma a sí misma.
Así pagan
Su fidelidad a las leyes de la naturaleza.
Como tú ves
Estoy bien vestida
Mi ropa es mi desnudez.
Se vuelve ciclón
Aullando, hostigando a los hombres,
Corriendo descalzo por las calles
Con sus locas canciones.
Tejiste con tus virtudes
La trama universal de tu poesía chilena
Nos las dejaste
Con ella, nos hacemos ropas
Y no hay nadie más hermoso que nosotros
En las fiestas poéticas
Engalanaste tu voz con tus virtudes
Es su chalina de seda
Que se vuelve canciones
Cuando pasa rozando nuestras ramas.
Las aguas no soportan la calma
Querían crecer
Llegaron al mar en afluente
Olvidando quedarse prisioneras
En la mano de la tierra
Se lanzan hacia las rocas
En la nostalgia de los montes
Muy apretadas con el viento
Golpean como mazos
Su puño que se quiebra cada vez
Afilan con sus aullidos,
los dientes sin descanso
Hay algo que no entiendo, maestro,
Se llevan las migajas que arrancan a las rocas
Para desgranarlas en las dunas de otras orillas
Es una señal que dejan
Para no perder el camino.
Las ramas que levantaron los brazos al cielo
Se vuelven tan conductoras de tanto hacer el amor con el sol
Que envían a las raíces la alegría luminosa
Es otra manera de retornar
La leche que maman de la tierra
Y si las raíces no supieran salir a la luz
La enfermedad habría hinchado
Sus pulmones como patatas.
Tantas iglesias como estrellas
Bajo la cúpula
Adonde nadie va a orar
Sólo la luna las visita una por una
Cada noche para encender las velas
Con fósforos prestados por el sol
Cuelgan en racimos
En el camino de los viajeros nocturnos
Para dar un gusto más sabroso
Con sus labios prestos al vino
Pero también tienen la mala costumbre
De delatar
A los fugitivos en las fronteras.
Los gusanos que se alimentan de nuestra carne bajo tierra
Visten nuestros huesos con su carne
Para hacer del hombre un gusano para el hombre
Sólo el gusano vive en el pantalón del hombre
Es el hombre con cerebro de gusano.
Forzado a errar sin sentir
El amor humano florecido en su tierra
Forzado a oír levantarse desde el fondo de las casas que arrasó
Las canciones que no pudo quemar
Sin criado, sin esclavo, desnudo, forzado a buscar su alma
A hundir sus manos en la sangre y la ceniza de los que asesinó
Forzado a ver caer sobre él
el fuego de las lenguas y de las armas
De las víctimas que no pudo exterminar.
Miedosa y precipitada
Lleva la carroña de los soldados muertos
A su país de hormiga
Y después de acabar su trabajo
De enjugarse el sudor
hace las cuentas
Con el botín que consiguió en la guerra
Llena cuatro graneros.
Página tras página gira sus alas volando
Para que la primavera escriba con su lápiz multicolor
Como no logra leerlo por sí misma
Pide a las flores en las que se posa
Lo que va escrito en su página abierta.
Es un perro obedeciente
Que se echa a los pies de su amo
Después de enseñar los colmillos
Y atacar a cuantos ha encontrado
Es el verdugo que en su casa desempeña
El papel de esposo y padre apacible
Después de tantas y tantas torturas
Es ese hombre duro con los suyos
Y esclavo delante de su amo
Es la fuerza salvaje de la guerra
Que revienta al acosar la hija de la paz
Las islas diseminadas en el océano del cielo
No van atadas por la cola, menos mal,
¡Qué triste sería!
De día el cielo cubre con su tul azul
La cuna donde descansan bellamente
De noche salen de paseo
Alumbrando las aguas con sus antorchas.
Va destilando su jarabe campesino del agua y de la tierra
Durante la temporada que pasa tendida
Primero le da su sabor al cuchillo
Como si hubiera colmado así una nostalgia
Si vieras, maestro,
La sandía de Diyarbakir que revienta riendo sin cuchillada
Que va creciendo cada día más en su gorda faz
Las risas mesopotámicas que pide prestadas del Tigre
Meciéndose en la cuna de la arena.
Hay que preguntárselo
A los que acechan el camino
De sus amantes
Y también a los presos.
La tierra transforma, comenta a su antojo las palabras
Que pide a la lengua del cielo
Cada árbol coge de allí, con sus raíces, lo que quiere
Por eso unos tienen lenguas como agujas
Y los demás, como manos que abofetean
Pura miel goteando
Ni el cielo ni la tierra habían pensado en esto
Cuando creaban su idioma común.
Para ver eso hay que ir a Burdeos
Donde las uvas ennegrecen mirando la rosa
La cabeza de la rosa está puesta en el altar
En la punta de las líneas de viña
Si el hacha de la enfermedad no baja hasta su cuello
La uva puede tomar su sitio, tranquila, en el racimo
No conoce la propaganda del racimo
Por el perfume sino por el miedo de la rosa.
Citas de pie de página
* Las traducciones del turco al francés son del autor, y del francés al español son de Mercedes