Olivari: envoi

Olivari: envoi

Miguel Santoro
Liceo nº 11 DE 15 "Cornelio Saavedra" y el Colegio nº16 DE 15 "Guillermo Rawson", Buenos Aires, Argentina
E-mail: miguelsantoro63@fibertel.com.ar


Resumen

En el siguiente trabajo se intentará una revisión crítica de la trayectoria literaria del poeta argentino Nicolás Olivari, autor, según nuestra opinión, injustamente olvidado, con la esperanza de que estas breves reflexiones incentiven la relectura de su obra.

Palabras claves: poesía; vanguardia; feísmo; ciudad; ironía.


Abstract

In the following work we will try a critical review of the literary trajectory of the Argentine poet Nicolás Olivari, author, in our opinion, unjustly forgotten, in the hope that these brief reflections encourage the re-reading of his work.

Key words: poetry; vanguard; feism; city; irony.


Nicolás Olivari es el más indudable poeta de los que oigo. No creo en su talento; creo en su genialidad, que es cosa distinta. Sé que decir la palabra genialidad es alzar la voz y que eso es una descortesía o un énfasis. Que Olivari es un poeta de lo desagradable, también lo sé; pero esas dos consideraciones -la de la voz baja en la crítica y la del sedicente buen gusto- se quedan fuera de lo poético. Poesía es expresión. Olivari expresa con desesperada intensidad el tema que es suyo: el aburrimiento, el estudio para suicida, el rencor suburbano que ha sucedido a la compadrada orillera en esta ciudad. Olivari es mucho.

(Jorge Luis Borges)

Algunos datos

Nicolás Olivari nació el ocho de septiembre del año 1900 en Buenos Aires y murió en la misma ciudad el veintidós de septiembre de 1966. Su principal y más constante fuente de ingresos fue el periodismo. Trabajó en los diarios Crítica, Noticias Gráficas, La Época, El Laborista, Pregón y Reconquista. Tradujo a Máximo Bontimpelli, Giovanni Papini, François Villon y Luigi Pirandello. Escribió letras de tango -una de ellas, "La violeta", fue interpretada por Carlos Gardel-, fue pintor, actor, guionista de cine y autor de obras teatrales, algunas de ellas escritas en colaboración con Roberto Valenti, Enrique y Raúl González Tuñón. Obras: El matón del arrabal (1919), Carne al sol (1922), Historia de una muchachita loca (1923), La amada infiel (1924), La musa de la mala pata (1926), El gato escaldado (1929), El hombre de la baraja y la puñalada. Estampas cinematográficas (1933), La mosca verde (1933), Diez poemas sin poesía (1938), Los poemas rezagados (1946), La noche es nuestra (1952), Los días tienen frío (1958), El almacén (1959), Un negro y un fósforo (1959), Pas de Quatre (1964), Mi Buenos Aires querido (1966)1.

Un primer acercamiento

Ironía, feísmo, uso de la tradición transformándola en su rictus, en la poesía de Nicolás Olivari el canon se quiebra y tropieza: mala pata. Su recorrido por el variopinto mundo de Buenos Aires en los años veinte mira y registra aquello que la Modernidad no puede absorber y regurgita hacia sus márgenes: expulsa y supura. ¿Restos y podredumbre? En parte, pero no solamente.

La "flânerie" de Olivari, sin embargo, discrimina para construir tipos sociales, tipas que trabajan; dactilógrafas, cuartetos musicales de señoritas, obreras y prostitutas. Poesía putañera como pocas, las estructuras rítmicas de los versos de Olivari se atorrantean y aflojan, sus rimas -que a veces revientan de cacofónicas- y sus metros chuecos parecen representar, con sus desmesuras y fragilidades, una amenaza que corroe casi como la promesa de un futuro ineludible: tuberculosis. Enfermedad literaria si las hay, es un adelgazamiento pero no retórico sino del oropel modernista. La princesa está triste porque no es princesa y ya no busca a su príncipe sino al burgués que la mantenga, lo cual se evidencia en "Canto a la dactilógrafa":

Muchacha...

Abullónate los rizos delante del espejo,

-quizá ganes sesenta pesos al mes-

la miseria te obligará a mostrar la hilacha; escucha este consejo: entrégate a un burgués.

(Olivari, La musa 81).

Desplazamientos y transformaciones

El torbellino incesante del Buenos Aires de 1920 ha devorado al patético poeta de "El rey burgués". Ahora el cansancio y la abulia, no sin matices decadentistas, ha transformado el ideal finisecular en anhelos más pedestres y coherentes con la antipoesía2 de Olivari. Un ejemplo de su utopía: "Solo tengo un grande, infinito ideal. Comprarme una hamaca paraguaya para descabezar una siesta larga, que me cure de una vez para siempre de esta mi vieja enfermedad de la tristeza" (Olivari citado en Mizraje 10).

Cinismo y mirada

La distancia constante, no carente de ambigüedad en su mezcla de fascinación y rechazo, de ese observador impertérrito y sin pausas que fue Olivari le causó algunos problemas: "A veces hacen una semana trágica3 como quien organiza una kermesse. Pero la literatura no tiene nada que ver con eso" (Olivari, Antología 326). Acusado de esteticista por las caritativas y bien pensantes almas de Boedo4 lo echaron. Se mudó de barrio y su "floridismo5" siempre fue algo estrávico e incómodo. Más adecuado sería (como hacen Ana Ojeda y Rocco Carbone) incluirlo en la "zona alternativa" que, según estos críticos, compartiría con Arlt, Enrique González Tuñón y Roberto Mariani.

Un poeta de izquierda

Su izquierdismo estético y político de los años veinte -negado por su posterior adhesión al Peronismo y los poemas de Pas de Quatre (1964), pese a sus indudables logros- se concretó en una política de las formas que conservó lo que le servía y retorció hasta sacarle el tuétano a aquello que era inútil y casi excrementicio -si uno quería escribir poesía en la Buenos Aires de los años veinte. "Tuércele el cuello al cisne" (como dijo Enrique González Martínez) o, mejor dicho, le cazó el gañote y con sus restos -y otras escrituras: Baudelaire, Tristan Corbière y François Villon- construyó una forma cínica y urbana que utilizó el sentimentalismo, no como contrario dialéctico, sino como instancia de equilibrio. En sus mejores pasajes, el "épater le bourgeois" ataca los estereotipos, develando contradicciones y ocultamientos. El conflicto entre apariencia y realidad es el centro de esta crítica. En otros momentos, se ceba en el deseo de transgredir y escandalizar y sus exuberancias desbarrancan el poema; lo rajan de la provocación y la ironía olivariana se transforma en una comicidad anticlimática. Un ejemplo de esto es un texto de desarrollo tan interesante como "La viuda" hasta que llegamos a su desopilante, aunque excesiva, estrofa final:

Por eso la viuda
piensa en el cacho
de carne muda
del que fue su macho.

(Olivari, El gato 162)

Cuando la literatura argentina empezó a coger

Roberto Fontanarrosa6 (o Guillermo Saccomano7 o ambos), afirmó que, en la literatura argentina, una visión menos tilinga y más precisa que expresa "ciertas situaciones perfectamente naturales a las relaciones entre ambos sexos" (Arlt, Los lanzallamas 309-10) aparece por primera vez en la narrativa de David Viñas. Sin embargo, la obra tanto de Olivari como de Roberto Arlt, aunque en menor medida, relativizan ampliamente esa afirmación. Sin el deseo de plantear inauguraciones más o menos pavas e historicistas, el hecho es que la poesía de Olivari presenta, en términos de representación y no solamente, un descubrimiento no por obvio menos importante: la literatura debe encarnar prácticas en situaciones concretas, sean estas sociales, subjetivas o sexuales. El "Decadentismo", hegemónico a fines del siglo XIX, define las condiciones de producción de estos poemas, pero la textualidad de Olivari las excede aportando otros elementos, propios del contexto en que su literatura se escribe.

La mujer es aquella, la blanca, la loca
mujer que en todos restrega
su sexo (A cambio de coca,
la pobre se entrega)...

(Olivari, La musa 93)

Entre los tres sumaremos doce lustros,
¡y estamos tan cansados ya!
tengamos un gesto de decadencia augusto:
hagamos un menage a troi...

(Olivari, La musa 93)

¿Qué tiene? Si son Marías Egipcíacas
dándose al barquero
para seguir a Cristo
de Lavalle a Tucumán.
Deben cruzar el Letheo del tráfico
para sus amores sáficos,
reconstituyéndose con el excelente tónico
de su moralismo agónico.

(Olivari, El gato 148)

La literatura de Olivari tiene vinculaciones más que evidentes con la obra de Roberto Arlt. Complementarios en más de un sentido, las coincidencias formales son bastantes notorias -basta pensar en los cuentos de Carne al sol o en su novela Historia de una muchachita loca.

El fin8

Para concluir, es casi sorprendente el desenlace de su trayectoria. Parecería que el "Rajá, turrito, rajá" (Arlt, Los siete locos 129) arltiano se hubiera convertido en un reclamo y una acusación que -en paralelo con Arlt y su concreción algo chirle en El amor brujo- exigía un nuevo movimiento para abandonar el margen y obtener la pertenencia al sistema literario. El verso libre, bandera sostenida a rajatabla por la mayoría de las vanguardias, en su caso es un intento tardío e innecesario de normalización y adecuada ortodoxia para los años que corren (la década del sesenta). En el último libro que publicó (Pas de Quatre) encontramos "A Joyce", poema definido como trunco.

¿Certeza de un proyecto inconcluso, erosionado desde el vamos por su producción anterior, o de la respetuosa imposibilidad de dar cuenta del gran monumento literario del canon occidental del siglo XX? Misterio; pero así se cierra una obra que comenzó provocativamente con versos como "La prostituta alzando su grupa/en la palangana se despatarra" (La musa de la mala pata, 72) y termina en un alejandrino tan prolijo y modernista como "engastadas pupilas de tórtolas airosas" (Olivari, Antología 198).

Notas de pie de página

1. Agotados durante largo tiempo, en los últimos años algunos textos de Olivari han sido reeditados.

2.Esta denominación no pretende sugerir influencias de Olivari sobre la antipoesía de Nicanor Parra, aunque los vínculos entre ambas poéticas, creemos, son bastante notorios.

3.Alude a la represión y masacre sufrida por el movimiento obrero argentino en la semana del 7 al 14 de enero de 1919, durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen. En Buenos Aires fueron asesinadas cientos de personas y la misma incluyó el único pogrom del que se tiene registro en América.

4. Implica al grupo de Boedo que, durante los años veinte y treinta, intentó producir, en Buenos Aires, una literatura realista y sentimental, con frecuentes caídas en lo patético y tremendista, que reivindicara y denunciara la situación de los sectores populares de la ciudad. Dentro de este grupo podemos incluir a escritores como Roberto Mariani y Elías Castelnuovo.

5. Alusión al grupo literario Florida que, en los años veinte, nucleó a los escritores porteños de vanguardia. Dentro del mismo se pueden incluir a escritores como Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo y Leopoldo Marechal.

6. Roberto Fontanarrosa (Rosario, Argentina, 1944-2007) fue un dibujante y escritor argentino, autor de historietas, humor gráfico, novelas y cuentos.

7. Guillermo Saccomano (Buenos Aires, Argentina, 1948-) es un guionista de historietas y escritor argentino. Entre sus obras podemos destacar La lengua del malón (2003) y Cámara Gessel (2012).

8. El título de este apartado remite al fin de su producción intelectual y a un memorable cuento de Borges. Esto se justifica porque Olivari, en su último libro, intentó una reescritura no de la tradición literaria argentina, como en el relato borgeano, sino de su propia producción poética.


Referencias

Arlt, Roberto. Obra Completa: Tomo Uno. Buenos Aires: Editorial Planeta.1991. Impreso.

Mizraje, María Gabriela. ed. Por Olivari, Nicolás. El hombre de la baraja y la puñalada. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora. 2000. Impreso.

Ojeda, Ana y Rocco Carbone. "De la inmigración colonizadora a la mina mercantilizada" en Olivari, Nicolás. Poesías 1920-1930: La amada infiel, La musa de la mala pata y El gato escaldado. Buenos Aires: El 8vo. Loco. 2006. 5-33. Impreso.

--- Antología. Buenos Aires: Ediciones Biblioteca Nacional. 2008. Impreso.

--- Poesías 1920-1930: La amada infiel, La musa de la mala pata y El gato escaldado. Buenos Aires: El 8vo. Loco. 2006. Impreso.