La convención mundial
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Hablaba de la fundación del pueblo, de cómo un grupo de esclavos despertaron una mañana con mapas grabados sobre sus ojos, como un rastro de luz, verde y esbelto, que sólo ellos, por ser ellos, podían ver. Un día escapando de las antiguas plantaciones uno decidió regresar, con él un tramo del camino, y ahí donde se detuvieron formaron un caserío que más tarde llamaron Sentido. Dos siglos después, el pueblo se alzaba solitario sobre una selva húmeda y espesa, invadida por el desamparo del tiempo y el discurso de un monte inmanente, perpetuo. El pueblo al llegar era viejo, con un viento húmedo quedado desde hacía milenios en el lugar, como si bajo sus calles de madera creciera una segunda selva, con un segundo cielo y una segunda religión.
Hurtado, C. A. (2018). La convención mundial. Poligramas, (46), 187–195. https://doi.org/10.25100/poligramas.v0i46.7021